Stanley

Stanley, Stan para los amigos (o sea, vosotros) es el alter ego de alguien, pero no se lo dirá a nadie. Esta prácticamente solo en la vida, si no fuese por un par de amigos y familia, y en casos ni eso. Se siente apartado, distanciado de todo el mundo y todas las cosas. Necesita un hombro donde llorar, o un labio al que besar. Se ciñe a la absurda idea de necesitar un amor, una persona, que, a su lado, le satisfaga y le apoye en todas sus decisiones vitales. Stan no es tonto, pero a veces lo parece. Se mira al espejo: No le gusta. Se intromira: Le gusta. ¿Es acaso entonces un inadaptado social por sus carencias fisicas?, se pregunta. Quizá, se autoresponde, confundido. No por ello dejará de soñar, de sentir en las ocasiones más oniricas de su vida el sentir de un abrazo, aterciopelado; el mesar unos cabellos suaves y frotarlos contra su mentón. Ni siquiera renunciará a creer que alguien, lejos o cerca, blanco o negro, algún dia llegará para satisfacer sus ansias de amor. Amor más puro que la nieve. Nieve más blanca que las propias nubes. No lo hará, porque si una cosa tiene clara, es que lo penúltimo que se pierde es la esperanza, y despues la vida. Y hasta ese último y quebradizo aliento, creerá firmemente en la bondad de las personas, del posible respeto, cariño y ternura que puedan demostrar hacia él. Pero él no existe. Él es un alter ego, y como tal, suplanta/sustituye o plasma la vida de otro. Y es ese maldito otro el que se debana los sesos en busca de un supuesto individuo/a que se acople a él como un guante de pura seda a una pulcra mano. Hasta entonces, seguirá siendo Stanley. Y nada más. Stanley.