El Cuarto Oscuro

Era una noche terrible, con grandes relampagos en el cielo y una pesada lluvia. Yo me encontraba en casa, tendido el el sofá viendo una mala pelicula de terror barata. Era tal mi sopor que poco a poco me fui quedando dormido. Cai finalmente en un sueño muy profundo. En el sueño no veia nada. Estaba tirado en el sueño. Solo escuchaba, con temor, un goteo inteminable que atronaba mis oidos. La estancia tenia un edor putrefacto que taladraba mis fosas nasales. Me levanté quejoso puesto que me dolia todo el cuerpo. Seguia sin ver nada, todo era negro en mi cabeza y mis ojos. Puse mis brazos en posición horizontal con la intención de toparme con algo. Pronto tropecé con lo que parecia una pared. Por el tacto parecia una vieja pared de piedra, al estilo edad media. Estaba húmeda. Muy húmeda. Un escalofrio me recorrió la columna. De súbito escuche claramente unos pasos que parecian venir de la estancia superior. Eso me puso mucho más nervioso. No sabia ni por qué ni dónde estaba. Poco a poco me deslicé hacia siguiente pared que por suposición debia estar alli. Estaba. Y asi hasta que dibujé un mapa en mi mente donde se reflejaba la habitación donde estaba, una habitación cuadrada, humeda y muy fria. No palpé ninguna especie de interruptor que pudiese accionar. Decidí ir al centro de la estacia, que por supuesto no veia. Esta vez lo intenté a gatas. Noté que el suelo estaba lleno de barro. Un barro que me cubria hasta las muñecas. A los pocos segundos una mano se me deslizó por completo hacia un vacio sin fin. Palpé el borde y llegué a una terrible conclusión: En el centro de la habitación habia un gran agujero. Cuando se me deslizó la mano y con ello medio cuerpo, noté una brisa heladora. El terror me invadia. El hecho de desconocer todo lo conocible me hacia sentir un pavor desmesurado. Quedé tendido en el suelo con la respiración entrecortada. Al instante volvi a escuchar las pisadas, pero esta vez mucho más cerca. Al instante desperté. "Uf, vaya sueño", me dije. Me desperecé y reparé en que la televisión no estaba. Ni encendida ni apagadá. Me asusté. A oscuras me dispusé a encender la luz a todo correr. Al poco de iniciar la carrera, noté que uno de mis pies no hacia eso, precisamente pie. Pronto recordé el sueño. En el habia un foso sin fin. ESE foso sin fin. Un grito ahogado salió de mi garganta. Nada más. Todo acabó para mi en aquel instante. En el borde del hoyo, se vislumbraba una sonrisa siniestra. La sonrisa de la Muerte.

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